Los edulcorantes artificiales causan confusión en el cerebro
Los sustitutos artificiales del azúcar estimulan el apetito en el cerebro e influyen en la capacidad de tomar decisiones
Los edulcorantes artificiales carecen prácticamente de calorías y se utilizan cada vez más en la industria alimentaria, por ejemplo en los refrescos. Un estudio dirigido por la Universidad del Sur de California (USC) y en el que participan investigadores de Tubinga ha arrojado luz sobre los efectos del consumo excesivo de edulcorantes artificiales como la sucralosa en el cerebro. Aunque no contiene calorías, la sucralosa estimula el apetito en el cerebro, especialmente en personas con obesidad. En el estudio participaron investigadores del Hospital Universitario de Tubinga, el Helmholtz de Múnich y el Centro Alemán de Investigación sobre la Diabetes (DZD).
Los edulcorantes artificiales se utilizan en la industria alimentaria desde hace más de 130 años. El primer edulcorante, la sacarina, se descubrió en Alemania en 1878. Las ventas de estos sustitutos artificiales del azúcar, en su mayoría sin calorías, han aumentado considerablemente, sobre todo en los últimos años. En Alemania, una de cada dos personas recurre cada día a productos que contienen edulcorantes artificiales. Una de las razones que se aducen para ello es un estilo de vida preocupado por la dieta y las calorías. Precisamente en este punto parecen tambalearse los resultados del nuevo estudio. Ya en 2023, la Organización Mundial de la Salud emitió una recomendación para que los edulcorantes artificiales no se utilicen como sustitutos del azúcar cuando se trate de perder peso.
Aumento del apetito y del hambre
La sucralosa provoca un aumento de la actividad cerebral en el hipotálamo, un importante centro de control del cerebro. Esta zona del cerebro es responsable, entre otras cosas, de controlar la ingesta de alimentos y la sensación de hambre. La sucralosa activa precisamente esta zona del cerebro y esto, a su vez, se asocia con una mayor evaluación de la sensación de hambre. "Los edulcorantes artificiales, como la sucralosa en nuestro caso, pueden influir en la regulación del apetito en el cerebro hasta tal punto que tienen un efecto perjudicial sobre el peso", explica la Prof. Dra. Stephanie Kullmann, del Hospital Universitario de Diabetología, Endocrinología y Nefrología de Tubinga.
Los edulcorantes artificiales causan confusión en el cerebro
El equipo de investigadores parte de la base de que los edulcorantes artificiales confunden al cerebro al enviarle señales de dulzor sin aportar las calorías que éste necesita. La hipótesis de que el cerebro envía la señal de comer más cuando no llegan las calorías prometidas ya se conoce por estudios anteriores.
En el estudio participaron 75 sujetos de Estados Unidos. Se les pidió que bebieran una de tres bebidas en tres fechas distintas: agua del grifo, agua azucarada con sucralosa y agua azucarada con azúcar. La sucralosa es unas 600 veces más dulce que el azúcar convencional. En cada visita, el equipo de investigación analizó los niveles de glucosa en sangre de los participantes en ayunas, tras lo cual se les realizó un escáner cerebral mediante resonancia magnética funcional (RMf), que rastrea el flujo sanguíneo para registrar la actividad en distintas regiones del cerebro. Tras el primer escáner, los sujetos tomaron una de las tres bebidas y fueron examinados de nuevo. Además de los escáneres cerebrales, se tomaron muestras de sangre de los participantes en el estudio después de beber las bebidas y se les pidió que evaluaran su sensación individual de hambre.
Resultados sorprendentes
Mediante las autoevaluaciones, los investigadores pudieron determinar que la sucralosa aumentaba la sensación de hambre de los participantes en torno a un 17%, sobre todo en los sujetos con obesidad mórbida. El equipo de investigación también pudo demostrar conexiones más fuertes con otras partes del cerebro encargadas de controlar la motivación. "La sucralosa parece afectar a la capacidad de tomar decisiones", afirma la profesora Kathleen A. Page, de la USC. "Por ejemplo, observamos un aumento de la actividad cerebral entre el hipotálamo y el córtex cingulado anterior, que controla los riesgos y beneficios de una decisión", añade la profesora Kullmann. Otro hallazgo del estudio: "Los análisis de sangre mostraron que la sucralosa no tiene ningún efecto sobre las hormonas que el cerebro utiliza para decirnos cuándo estamos saciados y cuándo ya no tenemos hambre", explica el profesor Kullmann.
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Publicación original
Sandhya P. Chakravartti, Kay Jann, Ralf Veit, Hanyang Liu, Alexandra G. Yunker, Brendan Angelo, John R. Monterosso, Anny H. Xiang, Stephanie Kullmann, Kathleen A. Page; "Non-caloric sweetener effects on brain appetite regulation in individuals across varying body weights"; Nature Metabolism, Volume 7, 2025-3-26