Cuando el corazón pierde los nervios

¿Cómo interactúan los nervios y los vasos sanguíneos en el corazón envejecido? Nueva luz sobre los procesos de envejecimiento del corazón

31.08.2023 - Alemania
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¿Por qué el corazón envejecido pierde a menudo su ritmo? Es sobre todo el ventrículo izquierdo el que bombea la sangre por el sistema circulatorio del cuerpo, pero a lo largo de la vida empieza a mostrar signos de envejecimiento: Se agranda y a veces puede formar tejido cicatricial, lo que compromete su función de bombeo. El estudio "El envejecimiento deteriora la interfaz neurovascular en el corazón", realizado por el Instituto de Regeneración Cardiovascular y el Instituto Cardio-Pulmonar de la Universidad Goethe de Fráncfort junto con el Centro Alemán de Investigación Cardiovascular (DZHK), demuestra por primera vez que en el ventrículo izquierdo se producen cambios en la interfaz de los vasos sanguíneos y el sistema nervioso en la vejez: Los nervios se degeneran. Entonces al corazón le resulta más difícil reaccionar con la frecuencia cardiaca, el pulso, a las demandas correspondientes cuando está sometido a estrés. Por así decirlo, pierde su ritmo. Los resultados de los investigadores se publican ahora en la revista Science.

El equipo de investigación dirigido por la profesora Stefanie Dimmeler y el investigador postdoctoral Dr. Julian Wagner examinó la interacción entre el sistema nervioso y los vasos sanguíneos del corazón. Aunque se sabe desde hace tiempo que la función de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón disminuye con la edad, hasta ahora se desconocía si el proceso de envejecimiento podía influir también en su interacción con los nervios del corazón. El equipo ha podido corroborar ahora que los nervios de un corazón envejecido se degeneran. Esta reacción se desencadena porque los vasos sanguíneos del corazón liberan, con la edad, la sustancia mensajera semaforina-3A, entre otras, en su entorno inmediato, lo que inhibe el crecimiento y la germinación de células nerviosas en el tejido muscular cardiaco. El resultado de esta reducción de la densidad nerviosa en el propio corazón es que las células musculares cardiacas ya no reciben "información" de los impulsos de las células nerviosas, por ejemplo, un latido cardiaco más rápido que les indica que suministren más oxígeno al cuerpo cuando están sometidas a estrés. Esto hace que el corazón pierda parte de su control autónomo sobre la frecuencia cardiaca, lo que posiblemente también tenga consecuencias adversas a largo plazo para la supervivencia, como sugieren las observaciones clínicas.

Lo que parece desempeñar un papel central en el declive de las células nerviosas del corazón son las células envejecidas y "senescentes" del sistema vascular. Los experimentos han demostrado que si se utilizan fármacos específicos (conocidos como senolíticos) para restringir el número de estas células "senescentes", las células nerviosas vuelven a crecer y el corazón recupera el control autónomo sobre la regulación del pulso. Sin embargo, futuros estudios tendrán que demostrar hasta qué punto este tipo de terapia puede trasladarse al ser humano.

Con sus hallazgos sobre la interacción alterada de las células sanguíneas y nerviosas en el tejido cardiaco, que va de la mano con el envejecimiento, los investigadores de Fráncfort ponen de relieve una parte importante de la investigación cardiaca que hasta ahora se ha desatendido en gran medida.

El Instituto de Regeneración Cardiovascular, el Instituto Cardio-Pulmonar de la Universidad Goethe de Fráncfort (CPI) y el Centro Alemán de Investigación Cardiovascular (DZHK) señalan que estos hallazgos contribuyen a comprender la salud cardiovascular en conjunción con el proceso de envejecimiento. En su opinión, esta investigación constituye un paso importante hacia una mejor comprensión de los complejos mecanismos que subyacen a las enfermedades cardiacas. Los conocimientos adquiridos podrían abrir nuevas vías para la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.

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Publicación original

Wagner JUG et al. „Ageing impairs the neurovascular interface in the heart“. Science (2023).

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