Bacterias electrificadas: método desarrollado para determinar más rápidamente la resistencia a los antibióticos

"Disponemos de los resultados en sólo cinco o diez horas"

24.04.2024
Hochschule Furtwangen

El profesor Dr. Hans-Peter Deigner (izquierda) y el estudiante de doctorado Oliver Riester

El aumento de patógenos resistentes a los antibióticos y el tratamiento asociado, que supone un grave problema en los centros sanitarios públicos, es el tema de un proyecto de investigación de la Universidad de Furtwangen. "El número de especies bacterianas resistentes crece más deprisa de lo que se desarrollan nuevos antibióticos", afirma el doctorando Oliver Riester, que lleva tres años trabajando en el tema. Por eso es importante que los pacientes reciban el antibiótico adecuado lo antes posible. Para ello, por ejemplo, se analizan muestras de sangre en busca de patógenos resistentes a los antibióticos. El procedimiento de análisis más habitual en la actualidad dura dos días o más. A menudo se administran antibióticos de amplio espectro para evitar retrasar aún más el tratamiento durante este tiempo. "El uso frecuente de estos fármacos aumenta la presión de selección sobre las bacterias y las especies resistentes sobreviven", afirma Riester. Junto con su supervisor de doctorado, el Prof. Dr. Hans-Peter Deigner, ha desarrollado un método que permite realizar pruebas más rápidas de resistencia a los antibióticos. "Los resultados están a nuestra disposición en sólo cinco o diez horas", se alegra Riester. En el método anterior, las muestras de sangre se incuban durante un día para permitir que los patógenos se multipliquen. "Pasa mucho tiempo antes de que el resultado esté disponible, así que pensamos si podría hacerse más rápido", dice el profesor Deigner.

El nuevo enfoque combina varios métodos electroquímicos, entre ellos el "EIS". En este contexto, significa "espectroscopia de impedancia electroquímica". En pocas palabras, se hace pasar una corriente a través de la muestra de sangre y se lee el cambio de impedancia. "Cuando las bacterias se multiplican, la resistencia de la corriente alterna cambia. Este cambio se puede medir. Programé un algoritmo especialmente para la evaluación", informa Riester con orgullo.

Una "cámara" de diseño propio, impresa en 3D, contiene siempre una mezcla de plasma sanguíneo, un tipo común de bacterias como E. coli o MRSA, el antibiótico que se va a probar y una sustancia redox-activa que es reducida por las bacterias vivas. El profesor Deigner explica: "Si las bacterias siguen creciendo en presencia del antibiótico, esto indica resistencia. La ausencia de crecimiento significa que el antibiótico es eficaz y puede utilizarse para el tratamiento". El nuevo método es más sensible y reacciona incluso a los cambios más pequeños: el resultado está disponible en sólo cinco o diez horas.

"La inmensa mayoría de los métodos que hemos probado no han funcionado. Pero el que funcionó fue suficiente", afirma Oliver Riester. "Ahora hemos solicitado una patente para el proceso y estamos esperando reacciones". Podrían pasar entre tres y siete años antes de que se conceda la patente. "Por regla general, son necesarias varias correcciones posteriores, lo que a menudo alarga el proceso", dice el profesor Deigner, titular él mismo de una veintena de patentes.
"El siguiente paso es la prueba de concepto, que implica pruebas con muestras reales del hospital", dice Riester. "Así que pasará un tiempo antes de que nuestro producto esté listo para el mercado".

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