CRISPR prepara a la baya de oro para la fama de frutero

16.12.2025

Desde los albores de la agricultura, hace unos 10.000 años, nuestros antepasados han guardado semillas de los cultivos más sabrosos, grandes y resistentes para plantarlas en la temporada siguiente. Hoy en día, la mayoría de las frutas y verduras que compramos son el resultado de cientos o miles de años de cría selectiva.

Lippman lab/CSHL

Las moras doradas se consumen en Colombia y Perú desde hace al menos varios siglos, remontándose a la época del Imperio Inca. Como se muestra aquí, el fruto es comparable en tamaño a muchas de las bayas más populares que se consumen hoy en día.

Ahora, los biólogos vegetales del Laboratorio Cold Spring Harbor (CSHL) pueden haber encontrado un "atajo" a este tedioso proceso de cultivo utilizando la herramienta de edición genética CRISPR en un pariente diminuto del tomate llamado goldenberry. Este método podría facilitar el cultivo de esta fruta, abriéndola a la agricultura a gran escala en EE.UU. y en el extranjero. Los cultivos editados con CRISPR podrían ser clave para obtener rápidamente plantas resistentes a nuevas enfermedades, plagas o sequías.

"Al utilizar CRISPR, se abren caminos hacia opciones alimentarias nuevas y más resistentes", afirma Blaine Fitzgerald, técnico de invernadero del laboratorio Zachary Lippman del CSHL. "En una época de cambio climático y aumento de la población, llevar la innovación a la producción agrícola va a ser un enorme camino a seguir".

El laboratorio de Lippman estudia plantas de la familia de las solanáceas, que incluye cultivos importantes como tomates, berenjenas y patatas, y especies menos conocidas como las goldenberries. Las goldenberries, cultivadas principalmente en Sudamérica, están ganando popularidad por su valor nutritivo y su mezcla única de sabores dulces y ácidos. Es posible que las haya visto en su supermercado. Sin embargo, los cultivadores de goldenberry siguen dependiendo de cultivos arbustivos que "no están realmente domesticados", afirma Miguel Santo Domingo Martínez, el postdoctorando del laboratorio Lippman que dirigió este estudio.

"En un entorno agrícola, estas plantas enormes y en expansión resultan engorrosas para la cosecha", explica Fitzgerald.

Anteriormente, el laboratorio Lippman había utilizado CRISPR para modificar genes de tomates y de otro pariente menos conocido, el cerezo, con el fin de hacer las plantas más compactas para la agricultura urbana. Basándose en este trabajo, el equipo editó genes similares en las goldenberries. Los cultivos resultantes eran un 35% más cortos, lo que permitía plantarlos en zonas más densas y facilitaba su mantenimiento. A continuación, el laboratorio de Lippman buscó las goldenberries con los frutos más sabrosos. Esto implicaba comer "cientos de ellas, recorrer un campo y probar la fruta de cada planta de la hilera", dijo Fitzgerald riendo.

Tras cultivar varias generaciones de las goldenberries más deliciosas y compactas, el equipo tenía dos líneas distintas maduras para la producción. Aunque estas plantas producían frutos ligeramente más pequeños, los próximos pasos consistirán en utilizar CRISPR para acentuar otros rasgos deseables.

"Podemos intentar centrarnos en el tamaño de los frutos o en la resistencia a las enfermedades", afirma Santo Domingo. "Podemos utilizar estas herramientas modernas para domesticar cultivos no domesticados". El equipo espera ahora obtener la aprobación reglamentaria adicional para que los cultivadores obtengan semillas y empiecen a producir las variedades recién desarrolladas.

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