Tanto las bebidas azucaradas como las edulcoradas artificialmente se asocian a un mayor riesgo de enfermedad hepática

"Lo más seguro es limitar tanto las bebidas azucaradas como las edulcoradas artificialmente"

09.10.2025
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Un nuevo e importante estudio revela que tanto las bebidas azucaradas (SSB) como las bebidas poco o nada azucaradas (LNSSB) están significativamente asociadas a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD).

El estudio, presentado en la Semana 2025 de la UEG, realizó un seguimiento de 123.788 participantes del Biobanco del Reino Unido sin enfermedad hepática al inicio del estudio. El consumo de bebidas se evaluó mediante cuestionarios dietéticos repetidos de 24 horas. Los investigadores examinaron las asociaciones entre la ingesta de SSB y LNSSB y los riesgos de desarrollar MASLD, acumulación de grasa hepática y mortalidad relacionada con el hígado.

Una mayor ingesta tanto de LNSSB como de SSB (>250 g al día) se asoció con un riesgo elevado del 60% (HR: 1,599) y del 50% (HR: 1,469) de desarrollar MASLD, respectivamente. Durante la mediana de 10,3 años de seguimiento, 1.178 participantes desarrollaron MASLD y 108 murieron por causas relacionadas con el hígado. Mientras que no se observó ninguna asociación significativa para las SSB, el consumo de LNSSB se relacionó además con un mayor riesgo de mortalidad relacionada con el hígado. Ambos tipos de bebidas también se asociaron positivamente con un mayor contenido de grasa hepática.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico (HGNA) es una afección en la que la grasa se acumula en el hígado y, con el tiempo, puede causar inflamación (hepatitis) y síntomas como dolor, fatiga y pérdida de apetito. Los expertos calculan que afecta a más del 30% de la población mundial y es una causa cada vez más frecuente de muertes relacionadas con el hígado.

Lihe Liu, autora principal del estudio, comenta: "Las bebidas carbonatadas en polvo han estado sometidas a escrutinio durante mucho tiempo, mientras que sus alternativas "dietéticas" se consideran a menudo la opción más sana. Sin embargo, ambas se consumen ampliamente y sus efectos sobre la salud hepática no se conocen bien."

"Nuestro estudio muestra que los LNSSB estaban realmente vinculados a un mayor riesgo de MASLD, incluso a niveles de ingesta modestos como una sola lata al día. Estos hallazgos desafían la percepción común de que estas bebidas son inofensivas y ponen de relieve la necesidad de reconsiderar su papel en la dieta y la salud del hígado, especialmente a medida que MASLD emerge como una preocupación mundial de salud."

Liu señaló los posibles mecanismos biológicos que pueden subyacer a los riesgos observados: "El mayor contenido de azúcar de las SSB puede provocar picos rápidos de glucosa e insulina en sangre, favorecer el aumento de peso y elevar los niveles de ácido úrico, todo lo cual contribuye a la acumulación de grasa en el hígado. Por otra parte, las LNSSB pueden afectar a la salud del hígado al alterar el microbioma intestinal, alterar la sensación de saciedad, provocar antojos de dulces e incluso estimular la secreción de insulina".

Los autores subrayaron que estos hallazgos apoyan la limitación tanto de las SSB como de las LNSSB como parte de una estrategia de prevención integral, dirigida no sólo a la enfermedad hepática sino también a la salud cardio-renal-metabólica. La sustitución de cualquiera de las bebidas por agua redujo significativamente el riesgo de MASLD (un 12,8% en el caso de las SSB y un 15,2% en el de las LNSSB), mientras que la sustitución entre los dos tipos de bebidas no ofreció ninguna reducción del riesgo.

Liu añadió: "Lo más seguro es limitar tanto las bebidas azucaradas como las edulcoradas artificialmente. El agua sigue siendo la mejor opción, ya que elimina la carga metabólica y evita la acumulación de grasa en el hígado, al tiempo que hidrata el organismo."

Los investigadores pretenden ahora explorar más a fondo los mecanismos causales mediante ensayos aleatorios y genéticos a largo plazo, centrándose en cómo el azúcar y sus sustitutos interactúan con el microbioma intestinal e influyen en la enfermedad hepática.

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