Células inmunitarias como ocupantes ilegales

En contra de lo que se creía, algunas células sanguíneas permanecen en los tejidos durante años

01.02.2022 - Alemania

Las células inmunitarias humanas no sólo circulan por la sangre, sino que pueden ocupar ciertos tejidos y a veces permanecer en ellos durante años. Un equipo de investigación dirigido por la inmunóloga Christina Zielinski descubrió este fenómeno examinando muestras de pacientes tras un trasplante de células madre. Además, los investigadores pudieron caracterizar con más detalle las propiedades especiales de las células inmunitarias residentes en los tejidos. Los resultados se publicaron en Science Immunology.

Daniela Leitner/Science Immunology

Las células T residentes (púrpura) sobreviven a la radiación y a la quimioterapia en algunos pacientes. Por tanto, las células donantes (rosa y verde) se encuentran principalmente en el torrente sanguíneo.

Cuando los agentes patógenos entran en el cuerpo humano, un gran número de células inmunitarias están rápidamente disponibles para reconocer y destruir a los invasores. Entre ellas se encuentran las células T, un tipo de glóbulos blancos que pueden reconocer directamente a los invasores, como los virus o las bacterias.

Sin embargo, los nuevos resultados indican que el nombre de "células sanguíneas" para este grupo es algo engañoso. "Hemos podido demostrar que las células T a veces permanecen en la piel durante años y, por tanto, se adaptan de forma óptima a la situación local", afirma Christina Zielinski.

La mayoría de las células T permanecen en el tejido

"Durante mucho tiempo se asumió que las células T sólo circulaban brevemente por el tejido, por ejemplo, para combatir una infección, pero no permanecían allí por más tiempo, sino que migraban directamente de vuelta al torrente sanguíneo", explica Zielinski. Sin embargo, los resultados de su equipo demuestran que la mayoría de las células T permanecen en el tejido a largo plazo, y que son muchas menos las que circulan por el cuerpo. "Esto también sugiere que las muestras de sangre podrían decirnos muy poco sobre la calidad de las defensas inmunitarias de una persona", afirma Zielinski.

Para rastrear las células T en los seres humanos y averiguar qué célula está donde y cuánto tiempo permanece allí, el equipo tuvo que utilizar un truco. "Estudiamos muestras de pacientes que habían recibido trasplantes alogénicos de células madre", explica Zielinski. Esto significa que a estos pacientes se les destruyó su propio sistema inmunitario mediante quimioterapia y radiación y luego se reconstruyó con la ayuda de células madre sanguíneas de un donante. Para algunas enfermedades, especialmente la leucemia, ésta puede ser la única cura.

Los investigadores examinaron biopsias de piel y muestras de sangre tomadas dos o tres años después de la terapia con células madre. Esto les permitió determinar si las células T que encontraron procedían del paciente o del donante. "Para ello determinamos la huella genética de las células individuales", explica Zielinski. Esto le permitió demostrar que la mitad de las células T de la piel procedían de los propios pacientes, mientras que en la sangre se encontraron células T casi exclusivamente de los donantes. En consecuencia, las células inmunitarias del propio paciente sobrevivieron durante años en el tejido cutáneo. Sin embargo, sólo una cuarta parte de los receptores de la terapia con células madre mostraba este perfil; en el resto, el sistema inmunitario había sido sustituido por completo.

Posibles consecuencias para los trasplantes

"Todavía no está claro por qué algunos pacientes conservan sus propias células inmunitarias", dice Zielinski. También dice que es necesario investigar más sobre los efectos que esto tiene. Sospecha que las células T residentes pueden tener una función protectora. "Pienso en ello como si se pusiera en cuclillas: Las células del donante no pueden entrar en el tejido porque éste ya está ocupado por las propias células T del paciente". Por lo tanto, no podrían causar inflamación. Las células T residentes encontradas, dijo, eran de una variedad antiinflamatoria, apoyando esta tesis.

Su grupo de investigación se centrará ahora en los efectos en los trasplantes de hígado. También en este caso, la cuestión es si las células T que permanecen en el tejido -en este caso del donante- podrían proteger el órgano del rechazo.

El sistema inmunitario, a fondo

"Las células T residentes están óptimamente adaptadas a la piel y, por tanto, pueden apoyar específicamente su función de barrera en la defensa contra los patógenos", afirma Zielinski. Gracias al moderno análisis del ARN de las células individuales (secuenciación del ARN unicelular), el equipo de investigación también pudo identificar que a veces las células T de memoria vuelven a abandonar los tejidos y pueden encontrarse en el torrente sanguíneo. "Esto podría servir para comunicarse con otros órganos", especula Zielinski. Los marcadores genéticos de las células T residentes encontrados por su equipo pueden utilizarse ahora tanto para encontrarlas más fácilmente como para estudiar su función con más detalle.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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