Los científicos descubren un nuevo eslabón entre los genes y la respuesta al estrés y la depresión
Tres enfoques
Usando tres enfoques diferentes, cada uno con un número variado de sujetos de investigación que fue de 58 a 152, los investigadores de la UM y sus asociados estudiaron el vínculo entre la expresión genética de NPY y el procesamiento emocional.
Los investigadores de la UM reclutaron y caracterizaron a los participantes y condujeron el estudio de dolor. Sus colaboradores en el Laboratorio de Neurogenética en el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo en Bethesda, Maryland, realizaron la determinación de genotipo.
A los sujetos de la investigación se les clasificó según tuvieran una expresión genética de NPY baja, media o alta.
Los científicos emplearon la imagen funcional por resonancia magnética (fMRI) en la observación de la actividad cerebral de cada sujeto cuando veía palabras neutrales (como “material”), palabras con carga negativa (como “asesino”) y palabras con carga positiva (como “esperanzado”).
En su respuesta a las palabras negativas los sujetos del grupo con bajo nivel de NPY mostraron una activación fuerte de la corteza prefrontal, el área involucrada en el procesamiento de la emoción, en tanto que los sujetos con alto nivel de NPY mostraron una respuesta mucho menor.
“Esto nos dice que los individuos con la variante genética de NPY asociada con el riesgo tienden a activar esta región clave del cerebro más que otras personas, aún en ausencia de estrés y antes de que estén presentes los síntomas psiquiátricos”, dijo Mickey.
En la segunda prueba los sujetos sanos dieron cuenta de sus experiencias emocionales durante una situación estresante. Se inyectó una solución salina en el músculo mandibular, lo cual produce un dolor moderado por unos veinte minutos, peo no causa daño duradero. El nivel de dolor se ajustó para cada persona hasta que para cada una fuese un 4 en una escala de 1 a 10.
Estos sujetos clasificaron positiva o negativamente sus sentimientos antes y después de la experiencia del dolor. Los individuos en el grupo con bajo nivel de NPY fueron más negativos tanto antes como después del dolor, lo cual significa que estaban más afectados emocionalmente cuando anticiparon el dolor y cuando reflexionaron sobre la experiencia inmediatamente después.
Finalmente los científicos compararon los genotipos de NPY de sujetos con un trastorno depresivo mayor con sujetos de control, para determinar si había una asociación entre la condición y la expresión baja de NPY.
Los sujetos con genotipos de expresión baja de NPY terminaron representados en proporción excesiva en el grupo con depresión.
“No se trata sólo de que encontremos una vinculación de un gen particular con una enfermedad particular”, dijo Zubieta. “Estamos expandiendo nuestro conocimiento de la fisiología de la depresión”.