Una bacteria que protege al hígado de los daños causados por el alcohol

La cadena de mecanismos detrás del hígado graso inducido por el alcohol

19.10.2021 - Austria

¿Qué ocurre exactamente en el organismo cuando el alcohol daña el hígado? Un investigador de la Universidad de Medicina de Viena ha desvelado la cadena de mecanismos -que ya comienzan en el tracto digestivo- que hay detrás del hígado graso inducido por el alcohol. Al mismo tiempo, los hallazgos muestran posibles enfoques para el desarrollo de futuras terapias.

Helena Lopes/Pexels

El brócoli y las verduras verdes ofrecen una buena protección contra la enfermedad del hígado graso inducida por el alcohol. Así lo demuestran las investigaciones actuales sobre cómo el intestino protege al hígado de los daños relacionados con el alcohol.

El hígado graso es una enfermedad del estilo de vida que afecta a grandes proporciones de la población, siendo la dieta y el estilo de vida factores importantes. En el transcurso de la enfermedad, a los depósitos de grasa del hígado puede añadirse la inflamación. El cuerpo reacciona intentando reparar las células, lo que puede provocar la cicatrización y el endurecimiento del hígado, una condición conocida como fibrosis. Si esta enfermedad provoca un daño grave y crónico que perjudica la función del órgano, acaba llamándose cirrosis hepática.

Es un tópico decir que el consumo excesivo de alcohol puede afectar al hígado. Sin embargo, durante mucho tiempo se ha investigado relativamente poco sobre este aspecto concreto. "Hasta hace algún tiempo, la atención se centraba principalmente en la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Sólo en los últimos cinco o diez años se ha prestado más atención a los daños del órgano relacionados con el alcohol", explica Tim Hendrikx, del Departamento de Medicina de Laboratorio de la Universidad Médica de Viena. El investigador de origen belga ha profundizado en uno de los aspectos del hígado aún inexplorados en relación con la influencia del alcohol. Durante su beca Erwin Schrödinger en la Universidad de California en San Diego, pudo demostrar cómo ciertos mecanismos reguladores del tracto digestivo influyen en los daños del hígado relacionados con el alcohol, y qué tratamientos podrían ser útiles en el futuro.

El intestino como clave de las enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol

Por supuesto, hay muchas coincidencias en el curso de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol y la enfermedad hepática grasa no alcohólica, como por ejemplo el estrés oxidativo o las inflamaciones crónicas que se desarrollan en el hígado. Pero también existen importantes diferencias estructurales, como aclara Hendrikx. "Los microorganismos presentes en el tracto digestivo se ven muy afectados por el consumo de alcohol. Se sabe que esta composición del microbioma intestinal tiene una influencia especialmente grande en el desarrollo de la enfermedad."

El alcohol es, en última instancia, el responsable de permitir que los patógenos pasen del intestino al torrente sanguíneo y al hígado, donde hacen su daño. "El consumo excesivo de alcohol hace que las células epiteliales, que representan una primera línea de defensa contra los patógenos en el tracto digestivo, aflojen su conexión. Así, esta capa epitelial se vuelve frágil, permitiendo que los patógenos penetren en la pared intestinal", explica Hendrikx. "Esta interacción es mucho más pronunciada en las enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol".

En su investigación, Hendrikx y sus colegas se centraron en un mecanismo de defensa muy específico del intestino: se sabe que la sustancia mensajera interleucina-22 (IL-22) es responsable de la producción de ciertas proteínas relevantes para la defensa inmunitaria en el intestino. El nivel intestinal de estas proteínas -que pertenecen a la familia de las llamadas lectinas- disminuye drásticamente cuando se consume alcohol.

Bacterias modificadas genéticamente que mejoran el sistema inmunitario

Para su primer paso, Hendrikx utilizó un modelo de ratón para la enfermedad hepática inducida por el alcohol: a los animales se les sirve un "cóctel" diario que contiene una determinada cantidad de alcohol. Con la ayuda de este modelo pudo confirmar que el nivel de producción de IL-22 en el intestino también disminuye con el consumo de alcohol. El siguiente paso fue especialmente innovador: "Modificamos genéticamente una bacteria para que pudiera producir IL-22. Cuando se la dimos a los ratones, al día siguiente había más IL-22 en su intestino", dice Hendrikx. "Fuimos uno de los primeros grupos de investigación en adoptar este enfoque en un modelo de ratón".

El experimento fue un éxito: los exámenes revelaron que la secreción de la bacteria también mejoraba los mecanismos de defensa. Menos patógenos pasaron del tracto digestivo al hígado, donde se produjeron menos casos de enfermedades relacionadas con el alcohol. Pero entonces, Hendrikx y su equipo fueron un paso más allá. Los investigadores examinaron más de cerca un metabolito específico llamado ácido indol-3-acético (IAA), que se sabe que estimula la producción de IL-22.

El brócoli y las verduras verdes aportan sustancias protectoras

El IAA es un producto de la degradación de los llamados indoles, que pueden ser aportados al organismo a través del consumo de brócoli y otras verduras verdes, por ejemplo. Una vez más, surgió la imagen familiar: el consumo de alcohol redujo la aparición de estos metabolitos en el cuerpo. "Al final, pudimos revelar una cadena completa de mecanismos que contribuyen al desarrollo de la enfermedad del hígado graso relacionada con el alcohol, desde los indoles, pasando por la IAA y la IL-22, hasta las lectinas que impiden que los patógenos lleguen al hígado", explica Hendrikx al resumir los resultados.

Hendrikx considera que sus hallazgos podrían conducir a nuevos tratamientos que protejan contra las enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol. Una de ellas podría ser aislar el metabolito IAA y producirlo artificialmente para administrarlo como medicamento. El segundo enfoque, en cambio, implica una perspectiva a muy largo plazo. "En principio, hemos demostrado que se puede crear artificialmente una bacteria para curar una enfermedad", señala Hendrikx. "Así que se podría intentar suministrar estas bacterias al cuerpo humano en forma de una bebida pre o probiótica, por ejemplo". Pero, sin duda, la investigación médica tardará mucho tiempo en estar preparada para disipar todas las dudas sobre el uso de bacterias modificadas genéticamente en el cuerpo humano.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

Publicación original

Hendrikx T., Binder CJ: Oxidation-specific epitopes in non-alcoholic fatty liver disease, in: Frontiers in Endocrinology, 2020

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