Investigadores del Monte Sinaí desarrollan una nueva herramienta para estimar la exposición total de las personas a sustancias químicas potencialmente nocivas

07.11.2022 - Estados Unidos

Un equipo de investigadores del Monte Sinaí ha creado una nueva métrica que calcula nuestra "carga", o exposición acumulada, a una familia de miles de sustancias químicas sintéticas que encontramos en la vida cotidiana y que pueden tener efectos perjudiciales para la salud.

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En un artículo publicado en Environmental Health Perspectives, el equipo informó de que su sofisticada herramienta podría tener claras ventajas para los epidemiólogos e investigadores que miden habitualmente los niveles de exposición a esta clase de sustancias químicas, conocidas como PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoradas), que se han asociado con el colesterol alto, los daños hepáticos, las enfermedades tiroideas y los trastornos hormonales.

"Existen pocos métodos para cuantificar la carga total de exposición de las personas a las mezclas de sustancias químicas PFAS que se encuentran en nuestra vida cotidiana", afirma la autora principal, Shelley Liu, doctora y profesora adjunta del Centro de Bioestadística del Departamento de Ciencias y Políticas de la Salud de la Población de la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai. "Por primera vez hemos desarrollado una calculadora de la carga de los PFAS que tiene en cuenta los patrones de exposición a muchas sustancias químicas dentro de la familia de los PFAS, y no sólo las concentraciones químicas individuales en las que se centran los métodos actuales. Como resultado, esta robusta herramienta podría ser extremadamente útil para la biovigilancia por parte de las agencias reguladoras, y para la evaluación de enfermedades y riesgos para la salud."

Los PFAS son una clase de más de 5.000 sustancias químicas cuyo enlace flúor-carbono les confiere la capacidad de repeler el aceite y el agua. Esa construcción los ha convertido en parte integrante de un número creciente de aplicaciones industriales y productos de consumo en las últimas décadas, como los repelentes de manchas y agua, las sartenes antiadherentes de teflón, las pinturas, los limpiadores y los envases de alimentos. Además, las sustancias químicas PFAS no se desintegran en el medio ambiente ni en nuestro cuerpo. Por el contrario, se acumulan en nuestro entorno y en la sangre, los riñones y el hígado, como subrayó un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en 2007, según el cual los PFAS podían detectarse en la sangre del 98% de la población estadounidense.

Los investigadores del Monte Sinaí utilizaron los datos nacionales de biomonitorización de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición para elaborar su puntuación de la carga de exposición utilizando la teoría de respuesta al ítem. La teoría de respuesta al ítem se desarrolló en la literatura de pruebas educativas para calificar exámenes estandarizados, y los investigadores del Monte Sinaí son los primeros en utilizarla en epidemiología ambiental para desarrollar una puntuación de carga de exposición, destacada por esta investigación transdisciplinaria. En concreto, utilizaron las concentraciones séricas de ocho sustancias químicas comunes de los PFAS tomadas de adultos y niños. Combinando las concentraciones del biomarcador principal de un participante con su "patrón de exposición" mucho más amplio, es decir, su exposición relativa a otros biomarcadores de PFAS dentro de toda la clase química, los investigadores pudieron estimar una carga de exposición a PFAS acumulada o resumida. Otros investigadores y epidemiólogos pueden acceder a esta metodología estadística simplemente introduciendo sus conjuntos de datos en la calculadora de carga de PFAS, que está disponible en línea.

Los beneficios son significativos. "Descubrimos que nuestro método permite comparar la carga de exposición a las mezclas químicas entre los estudios, incluso si no miden el mismo conjunto de sustancias químicas, lo que favorece la armonización entre los estudios y los consorcios", explica el Dr. Liu, cuya investigación se centra en gran medida en la salud ambiental a través del modelado de variables latentes y el análisis de datos longitudinales. Además, la calculadora ofrece una forma sencilla de incluir biomarcadores de exposición con bajas frecuencias de detección y de reducir los errores de medición de la exposición al considerar tanto las concentraciones de un participante como sus patrones de exposición para estimar la carga de exposición a las mezclas químicas.

"Al capturar la variabilidad de los biomarcadores individuales, básicamente estamos manteniendo constante la métrica de la exposición para que pueda utilizarse para una variedad de aplicaciones", dice el Dr. Liu. "Por ejemplo, para determinar si existen diferencias en la carga de exposición en los distintos estratos raciales o socioeconómicos, o si la carga de exposición es la misma en los Estados Unidos o en Canadá. O bien, observar los sistemas fisiológicos y los resultados de salud -como los cardiometabólicos, hormonales e inmunitarios- para ver cuáles son los más perturbados por la exposición a las sustancias químicas PFAS. Este abanico de aplicaciones nos lleva mucho más allá de todo lo que existe actualmente en el campo de la salud de la población".

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